martes, 15 de septiembre de 2009

El Padrino 3D

Creo que el título de esta entrada ya dice mucho de lo que opino sobre los derroteros que está tomando el cine con la tontería esta del 3D, porque mucho me temo que el inventito de marras sólo servirá para rebajar un poquito más la calidad de las películas que nos llegan. Pero, digo yo, ¿era necesario?. No pretendo ser un iconoclasta de esos que pusieron el grito en el cielo con la primera película sonora, ni de los que pensaron que el color arruinó al cine clásico, sencillamente digo que es algo innecesario, y un ejemplo de cómo un artista impotente intenta por todos los medios meter al espectador dentro de su obra, a la fuerza si es necesario.
Yo, la verdad, nunca he tenido problemas en sumergirme en una buena película. Porque las buenas películas son así, te atrapan sin más, y no necesitas efectos de profundidad para sentirte dentro de ella. Ejemplos opuestos: el precursor de todo esto, James Cameron, antaño gran artesano que rodó Terminator con cuatro duros (uno de los Making Of más recomendables de ver en DVD) o Aliens sin ordenador, tan sólo con marionetas, nos sale ahora con Avatar, prometiendo que sería poco más que el redescubrimiento de la rueda, en la que invierte tropocientos millones de dólares y de la que nos ha enseñado un trailer que lo único que me ha producido son bostezos. Porque no nos engañemos, los blockbusters y casi todo el cine de acción o efectos especiales de hoy en día son aburridísimos, estén hechos en 3D o haciendo el pino puente. Y en el otro lado del espectro tenemos a District 9, rodada por 30 millones de dólares (una miseria para Hollywood) y dirigida por un novato, que hace lo que la ciencia ficción tiene que hacer s-i-e-m-p-r-e, que es sorprender.
Así que dejemos de esconder la falta de talento tras ordenadores y gafas especiales. Para mí, el cine siempre ha sido una especie de alquimia en la que el resultado de unir ingredientes da como resultado una emoción. Y eso es lo que hecho en falta en tantas y tantas películas, que lleguen, de un modo u otro, a emocionarme.
Y como me gusta poner videos para refrendar las cosas que escribo, os dejo con un documento único: durante el rodaje de "El Resplandor" (o como diría Willy, el Resplandior, que hay derechos de autor de por medio) Stanley Kubrick dejó a su hija de 17 años, Vivian, una cámara para que grabara el rodaje. Así se creó el primer "Cómo se Hizo" amateur de la Historia, y uno de los mejores que he visto en mi vida. Y contemplando a Kubrick buscar un plano imposible bajo Jack Nicholson me doy cuenta de lo que se necesita para hacer una gran película: una buena historia, un director con talento y un actor en estado de gracia. Quién hubiera estado allí...
Ah, el vídeo dura 35 minutos y está en inglés, pero para el que le guste da absolutamente igual.